Origen y significado de 10 frases muy mexicanas
- Leonardo Antonio Islas Olavarrieta

- 13 jun 2021
- 4 Min. de lectura
El español de nuestro país es muy rico en cultura e historia, mismas que dieron origen a expresiones que son divertidas y aplican para un sinfín de situaciones. Sin embargo, pocas veces cuestionamos por qué las decimos. Cuando lo hacemos, nos encontramos con datos muy interesantes sobre su origen.
Esta es la historia y significado de 10 expresiones utilizadas en todo México, de acuerdo con datos que se han heredado de generación en generación
¡Ya nos cayó el chahuistle!
El Chahuistle es un hongo que afectaba comúnmente los sembradíos de maíz y que, a diferencia del huitlacoche, éste no es comestible, y por su culpa se desperdiciaban miles de piezas de maíz. Chahuistle es una palabra de origen náhuatl (chauitztli) que significa “enfermedad del maíz”. Por lo tanto, podemos deducir que cuando usamos la expresión “¡ya nos cayó el chauistle!”, hacemos referencia a que un evento o compañía desagradable nos tomó por sorpresa.
Voy a chacharear
Antiguamente en los mercados sobre ruedas se vendían “cositas antiguas” y de poco valor a las que nombraron “chácharas”.
¡A Chuchita la bolsearon!
Se dice que esta frase data del periodo colonial. Se cuenta que todo comenzó con una trabajadora doméstica a la que le decían de cariño ‘Chuchita’. A esta mujer se le asignó ir por el “mandado”. Sin embargo, después de un tiempo, Chuchita regresaba con menos mercancía y cambio que las veces pasadas. Cuando el patrón le preguntaba qué había pasado, Chuchita decía que la habían bolseado. Después de que el suceso se repitiera incontables veces, el patrón dijo “Y ahora qué pasó, no me digas que a Chuchita la bolsearon”.
Hecho la mocha
A principios del Siglo XX la gente vivía sorprendida por la novedad de los ferrocarriles, los cuales por su gran tamaño y peso, tardaban muchísimo tiempo en trasladarse de un lugar a otro. Un día apareció una nueva locomotora que tenía la punta menos alargada a comparación de los demás, dando la impresión de “estar mocha” (cortada). Esta locomotora era mucho más rápida que las demás. Pronto se corrió la voz de que aquel ferrocarril, “La Mocha”, lograba alcanzar velocidades alucinantes (para aquellos tiempos).
¡Aguas!
Esta expresión se usa como advertencia y proviene de La Colonia. Durante esa época, no había drenaje ni existían los baños. Por lo tanto, las personas utilizaban bacinicas. Cuando estas se llenaban, la gente simplemente gritaba ¡aguas! Y las tiraba por la ventana.
¡Sepa la bola!
Esta frase surgió durante el periodo de la Revolución Mexicana. En ese entonces, tanto hombres como mujeres, niños y ancianos, tenían en común el hartazgo por el Porfiriato. Debido a esto, muchas veces formaron grupos numerosos que hacían destrozos.
Una vez que las autoridades preguntaban a la gente quienes habían cometido tales actos, nadie señalaba culpables particulares. Solo decían “fue la bola”, refiriéndose al grupo en general. Con el paso del tiempo, esta frase se instauró en el colectivo. Actualmente la usamos cuando nos preguntan por el autor de algún hecho o destrozo y solo decimos “sepa la bola”.
A ojo de buen cubero
Esta expresión tiene dos posibles orígenes. La primera explica que “la cuba” era un recipiente de madera para contener agua, vinos o licores y que funcionaba como método de medida. Al ser cacharros hechos a mano por artesanos llamados “cuberos”, quienes no contaban con las técnicas actuales de medición, había que confiar en que la medida fuera lo más exacta posible y esta dependía de la habilidad, del “buen ojo” que tuviera el cubero.
La segunda y más divertida explicación data del siglo XIX en las minas de México. Dentro de estos laberintos se encontraban recipientes para que los obreros hicieran sus necesidades, a estos recipientes se les llamaba “la cuba”. El “cubero” era el desafortunado hombre cuyo trabajo era entrar a las minas y sacar las cubas cargándolas sobre su espalda para vaciarlas; así el cubero tenía que tener buen ojo para saber el punto exacto en el que podía cargar la cuba sin miedo a derramarla en su espalda, pero tampoco llevarle demasiado vacía y tener que dar más vueltas y trabajar doble.
No hay quinto malo
Expresión heredada de los taurinos. Anteriormente la selección de toros para una corrida no se hacía al azar como se hace hoy en día. El dueño del ganado se encargaba de dar el orden y se rumoraba que el quinto toro era siempre el más bravo. Un truco para crear expectativa en el público y obligarlos a quedarse. Pero la gente siempre sospechaba que ese quinto toro no era tan “malvado” como se pensaba.
Se petateó
El petate, del vocablo náhuatl “petlatl”, es una especie de alfombra tejida con las fibras de la planta llamada “palma de petate”. Era utilizada por los prehispánicos para secar al sol sus semillas y también para dormir sobre ella, evitando así el contacto directo son el suelo frío o las hierbas húmedas. Cuando alguien fallecía la tradición era envolver al difunto en su petate para ser después cremarlo o sepultarlo (según la tradición de la región o el nivel socioeconómico).
En un santiamén
Las misas de antes eran en latín y como no muchos comprendían el idioma, pues eran muy tediosas para los asistentes, quienes aún así permanecían para escucharla toda. El santiamén se refiere a las palabras con las que termina una misa en latín “In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti, Amén”. Por eso nuestros abuelos sólo escuchaban “santi-amén” (Sancti amén) y sabían que la misa finalmente había terminado.




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