El escultor de palo fierro seri que preserva una tradición de más de 60 años
- Leonardo Antonio Islas Olavarrieta

- 7 feb 2020
- 9 Min. de lectura
Las piezas artísticas de palo fierro elaboradas por integrantes de la Nación Comcáac son únicas, tienen el valor del origen y el respeto por los árboles que brindan la materia prima.
Ahí fue donde nació esta artesanía sonorense que se busca preservar.
De esto habla el interesante documental que compartimos realizado por Proyecto Puente.

Por: Astrid Arellano | Proyecto Puente
Don Ignacio alza el dedo índice y traza círculos imaginariossobre su cabeza. En medio del monte y muy cerca del mar, el patio de su casatiene una vista al cielo entero, desde donde imagina unas alas extendidas quevuelan sobre él. Luego sonríe.
Los pájaros son sus animales favoritos y por eso los echa avolar al mundo, siempre que puede, usando sus manos para sacarlos desde elcorazón de un trozo de madera de palo fierro, con las esculturas que crea.
“Me gustan mucho los pájaros, porque vuelan alrededor de mí,me da mucho gusto verlos así, volando”, dice don Ignacio Barnett Astorga,artista de la Nación Comcáac, o seri como también se le nombra a este puebloindígena sonorense
Esos vuelos cotidianos en el cielo de Punta Chueca, lacomunidad perteneciente al municipio de Hermosillo donde reside junto aMercedes y Valentina -su esposa e hija menor, respectivamente- son parte de lainspiración que los animales del desierto y el mar le dan para esculpir.

“Me gusta hacer pájaros con alas extendidas, alas abiertas”,explica mientras le da palmaditas al lomo de un correcaminos de madera, “es quetengo mucho amor a estos, a todas las figuras y más a este”.
Don Ignacio aprendió este arte de su tío, don José Astorga,quien desde la década de 1960 se considera el autor intelectual de las esculturashechas de palo fierro que, hoy en día, son sumamente representativas de la culturasonorense.
Del momento de aquella instrucción a Ignacio, un hombrejoven que entonces se dedicaba a la pesca, para tomar un pedazo de madera ygolpearla a machete y hacha, han pasado más de 40 años.
La historia
En la década de 1980, don José Astorga narró a un fotógrafo la historia de la escultura de palo fierro. Él fue la primera persona que documentó la vivencia espiritual que el hombre aseguró vivir 20 años atrás y por la que aprendió a dominar los trozos de madera hasta convertirlos en animales.

Alejandro Aguilar Zéleny, antropólogo del Instituto Nacionalde Antropología e Historia INAH en Sonora explicó cómo Adalberto Ríos Szalaypuso a don José frente a la cámara y la historia que contó quedó plasmada bajoel título de “El palo fierro: un sueño seri”, publicado en varios librosrelacionados con este grupo indígena.
“Habla de que él venía caminando por el desierto, buscandoqué comer, cómo vivir y cómo trabajar, cuando de pronto cae desmayado y sientecómo su espíritu, su alma, se aleja de su cuerpo”, contó el antropólogo, “loque platica Astorga es que llega un personaje de cuatro ojos, de cuatro brazosy le dice que se lo va a llevar a otro lugar para que conozca.
Astorga acompaña a esta persona en este viaje espiritual,este viaje místico, y le dice que lo va a ayudar, que le va a dar algo mejorque el oro”.
Y luego me dijo el señor: “Oye, amigo, voy a ayudarte, aquí te voy hacer millonario”. “Puras mentiras me cuentas”. “No. Yo te voy a dar; porque no hay dinero aquí, no te voy a dar dinero”. Y luego un señor que está trabajando aquí cerquita un pedazo de palo-fierro, nomás lo arrancó. “Mira, en eso vas a llevar, con ése vas a trabajar allá abajo. Lo que tú vas a hacer allá –me dijo–, a todos enseñar a trabajar; no es poquito, más de un millón de trabajadores de palo-fierro; así nomás trabaja con cuchillo, usas la lima y todo”.
José Astorga Encinas, “El palo fierro: un sueño seri”
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Y Aguilar Zéleny agregó: “Alguna vez, en estos años detrabajo con las comunidades, una persona nos decía que cuando él veía un árbolde palo fierro veía 100 o 200 años de historia de su familia, de quienes sehabían sentado bajo su sombra, quienes habían platicado en esos sitios y, poreso, los artesanos buscan las maderas que están secas, caídas y no tumban losárboles”.

Actualmente, en muchas partes que circundan la región de losseris, desde Punta Chueca hasta El Desemboque, la otra comunidad que habitan enel municipio de Pitiquito, dijo Aguilar, “cuando uno anda por el desierto,escucha las motosierras terribles arrasando con todo lo que se pueda”.
Tradición sonorense
El palo fierro u Olneya tesota, por su nombre científico, es un árbol endémico de Sonora, cada individuo puede medir hasta 15 metros y alcanzar una longevidad de hasta 800 años. Su madera es muy compacta, por lo que además de utilizarse para la escultura, hay quienes la aprovechan para elaborar carbón por su combustión duradera, incluso mayor que la del mezquite.

Aunado a estas dos actividades y aunque el árbol está sujetoa protección especial por la NOM-059-SEMARNAT-2010, los desmontes de suelo parauso ganadero, agrícola o de vivienda han acabado con un gran número deejemplares en el territorio sonorense y representan el riesgo más grave parasus poblaciones naturales.
Daniel Morales Romero, académico de la licenciatura enEcología de la Universidad Estatal de Sonora (UES), explicó que, de entre todaslas amenazas a la especie, la que representa la escultura seri es la menor,pues se realiza con material vegetal muerto, es decir, los artesanos no cortanlos árboles, sino que recolectan piezas que cayeron de ellos naturalmente.
Sin embargo, también existe una diferencia marcada en elsector artesanal, pues existen numerosos productores no indígenas dedicados ala fabricación de artesanías en Hermosillo, donde existen talleres conmaquinaria y herramienta para elaborarlas.
“Por un lado, está el acaparamiento del mercado porartesanos locales, ya con el empleo de máquinas más especializadas”, dijo elexperto en flora regional, “desafortunadamente, en este tipo de actividades,tenemos mucha actividad clandestina y hay gente que, obviamente, pasa porencima de la ley, porque empieza a hacer extracción del material que seencuentra”.
De acuerdo con información proporcionada por la ProcuraduríaFederal de Protección al Ambiente (Profepa), de 2018 a enero de 2020, esteorganismo ha recibido 135 denuncias por desmonte o tala de palo fierro enSonora.
Denuncias ante Profepa en m… by Proyecto Puente on Scribd
Pieza artística
De acuerdo con Tonatiuh Castro Silva, investigador de la Dirección General de Culturas Populares en Sonora, las esculturas de palo fierro elaboradas por artistas comcáac son mucho más que artesanía, aunque la sociedad occidental la menosprecie.
“Cuando el palo fierro se comenzó a popularizar, sobre todo,a partir de los años 70, ha cargado con este estigma de que se trata de unaartesanía que no cuenta con los cánones propios del arte o de la escultura quesí se le reconoce a la que se crea en el mundo occidental”, argumentó, “noobstante, se trata de una pieza artística”.

Las esculturas de origen comcáac son plenamentedistinguibles de las que se elaboran por artesanos locales, dijo, pues susrasgos no son realistas como tal, aunque para crearlas, los seris se basanúnicamente en lo que observan a su alrededor.
“En el caso de las figuras o esculturas que realizapropiamente el artista comcáac, podemos identificar características como lassiguientes: no se añaden a la pieza los elementos más tangibles del mundo real,no aparecen plumas, pelo, ojos o uñas.

Entonces, cuando vemos una figura muy detallada -porejemplo, un águila- supongamos que, si está muy bien marcado su plumaje, esa noes una pieza comcáac”.
Lo mismo sucede, por ejemplo, con otras figuras como laVirgen de Guadalupe, un danzante de venado Yaqui o un juego de dominó, que noserían elaboradas por artistas seris, pues no están relacionadas con suterritorio o como ellos lo nombran en cmiique iitom, su lengua, el “HantComcáac”.
“Si bien es cierto que el arte basado en el palo fierro haafectado la población de esta especie, no es el principal motivo de que seencuentre en riesgo y es importante hacer esta acotación: se debe distinguir nosólo en cuanto a los rasgos de la escultura de los comcáac, sino que también encuanto a los usos y el manejo que se ha hecho de los materiales”, dijo elespecialista.
Otro asunto a considerar, sostuvo, es lo que se paga por unapieza comcáac contra lo que se paga por una hecha por un artesano local.
“Los artesanos mestizos o “cöcsar”, como les llaman losseris, están utilizando maquinaria y también recurren a ciertas técnicas quelos seris consideran inadecuadas”, afirmó, “entonces, mientras que un artesanocomcáac en dos días puede llegar a elaborar a mano de dos a tres figurasgenuinas, de un promedio 20 centímetros, su costo sería de 200 a 300 pesos”.
Por el contrario, los artesanos que utilizan maquinaria comoel torno, en una hora de trabajo, pueden elaborar hasta 20 figuras con lasmismas características y abaratar sus precios drásticamente, hasta llegar a los30 o 45 pesos, concluyó Castro.
“Mi tío Astorga siempre me decía ¿por qué no haces unafigurita? A ver si sale. Yo le decía, no, tío, a mí no me interesa, yo pesco,yo vivo en la pesca. Pero me dijo, algún día vas a necesitar, así que trata dehacer una”, platica don Ignacio.
“La primera figura que hice, era una toninita, así chiquita,de palo fierro, se parece a un delfín y no usaba lija porque no había… la hicecon una piedra pómez”, dijo, y luego ondulo un brazo al imitar el movimientodel mar, “cuando la marea sube mucho y luego baja, ahí deja la piedra”.
Don Ignacio tiene 74 años y abandonó la pesca cuando ya nopudo correr de un extremo a otro de la panga para jalar las redes. Sus hijos lepidieron que parara, le prometieron ayudarle y él aceptó, pero decidió volver alas enseñanzas de su tío Astorga.
En su patio, toma un trozo de madera pesada y oscura conforma de concha, y dice: “De aquí sale una tortuga, este es su carapacho”. Yempieza el golpe de machete para retirar la corteza, luego, el rasguño del hachapara marcar la cabeza, las aletas y el centro de la tortuga.
Terminarla le tomará varios días. Quizás tres.
“Por falta de herramienta, estoy trabajando muy lento, peroasí me gusta, quiero que sea hecho a mano”, dice mientras continúa golpeando eltrozo de madera, “cuando vendo esto, me preguntan ¿tiene máquina? ¿Tiene algopara hacer eso? No, es a pura mano, con escofina, lima y lija, es con todo loque estoy trabajando”.
Mercedes Díaz, su esposa de 65 años, fue su primera alumna yahora también trabaja el palo fierro. Hace aretes, collares y sujetadores parael cabello con figuras finas y pequeñas como caracoles, búhos y aves. Ellamisma también creó un par de esculturas más grandes: una mamá sapo y su sapito.

Es tímida para hablar porque afirma que le falla el español,pero muestra con soltura cómo le ayuda a su esposo a lijar cada pieza y a darel pasón de grasa para zapato que le dará el brillo del acabado final.
Cuando el palo fierro se acaba, don Ignacio se sube a sucamioneta y llega al monte. Busca piezas de madera caída de los árboles y lascarga. Es muy minucioso con la selección de los pedazos, porque no cualquierasirve de verdad.
“Yo busco palo fierro seco, bien seco, porque el palo fierroverde no me interesa, porque no conviene trozar el árbol, además, se parte,porque está verde; es difícil encontrarlo porque tienes que escoger, siencuentras un palo fierro seco y no es bueno para hacer las artesanías,entonces ya buscas otro”.
Dependiendo del tamaño, don Ignacio vende sus figuras entre100 y 600 pesos, mayormente, a norteamericanos y turistas mexicanos que llegana visitar el mar y el pueblo, pero eso no sucede muy seguido, mucho menos entemporada invernal, por lo que hoy enfrenta tiempos difíciles.

“Me ayuda mucho el conocimiento que yo tengo, yo puedohacerlo sin la máquina, yo puedo hacer cuatro o cinco figuras diarias, perocomo no tengo comprador, es por eso que estoy trabajando así nomás, despacito,pero si me piden hasta cuatro o diez figuras, le echo ganas y sí lo puedocompletar.
Para mí, es muy difícil, porque yo no puedo manejar uncelular, yo no puedo hacer una carta, porque yo nunca he ido a la escuela… esees el problema que tengo”, explicó, “es por eso que necesito a alguien, unapersona que tenga un buen corazón, para que me eche la mano para poder vender,porque yo no tengo conocimiento de allá, de las ciudades grandes o de loscompradores, para poder sacar mis figuras de aquí”.
Aunque no está muy seguro de cuántos artistas de este tipode madera quedan en territorio comcáac, don Ignacio tiene claro que su deber esenseñar a otros.
“Antes en el año 76 o 77 toda la comunidad se dedicaba aeso, pero ya que la gente de fuera empezó a trabajar, luego se disminuyó laventa de nosotros hasta que llegó al suelo”, dijo con pesadumbre, “el favor quesiempre le pido a la gente que me visita, es que me consigan algo,económicamente, para comprar material y luego enseñar a la gente, lo que yoquiero es enseñar a los muchachos de 14 o 15 años”.
Su objetivo, es que los jóvenes tengan un trabajo y ganen un poco de dinero. Para lograrlo, a don Ignacio le encantaría recibir en donación diez machetes y diez hachas, limas y lijas y una motosierra para partir los troncos que recolecta.
“Mi tío José Astorga estaba en un campo, en el monte, paraaquel lado del Desemboque, mi tío siempre se quedaba en el monte, pero un díallegó con una figurita así, de estas: ‘hice esto para que la gente de lacomunidad siga trabajando, que ganen dinero y compren lo que les pegue la gana,aquí, van a hacer mucho’, dice.
Trabajó una codorniz como esta, pero bien tallada, conpiedras o no sé con qué y le salió muy bien”, continuó don Ignacio, “entoncesyo, como soy de los Astorga, tengo que seguir el ejemplo de mi tío Astorga; yotenía como 30 años cuando empecé a trabajar y ahora tengo 73 años, es algo detiempo… pero me siento muy a gusto de trabajar en esto”.
En territorio comcáac, los artistas tienen la habilidad de retratar el movimiento de los delfines entre las olas, la secuencia de vuelo de las parvadas en el cielo, la silueta perfecta de un borrego cimarrón en la cima de un cerro. Con la escultura, narran la vida que les rodea y la plasman en la madera, para que, como su tradición, tampoco muera.
Vía Proyecto Puente




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