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Niños en casa durante la cuarentena

  • Foto del escritor: Leonardo Antonio Islas Olavarrieta
    Leonardo Antonio Islas Olavarrieta
  • 7 may 2020
  • 5 Min. de lectura
Anjanette Zebadúa Soto

Por: Anjanette D. Zebadúa Soto*

Desde hace más de seis semanas, la vida de las familias en México se trastocó. Esto ha significado un proceso de adaptación ante el reto de que nuestros hogares, al igual que en el resto del mundo, sean hoy el espacio donde coexiste la escuela, la oficina, el gym, el consultorio del terapeuta, el salón de la clase de canto, el estudio de grabación, la sala de cine y el mejor restaurante, con su consiguiente lavado interminable de platos.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, conocida como UNESCO, ya está señalando que, nunca como antes, el mundo está enfrentando un desafío en la educación por el cierre de las escuelas, más de 1,300 millones de niños no pueden acudir a recibir clases en aras de proteger su salud y la de sus familias. [1]

Las consecuencias negativas de esto ya se aprecian en la seguridad y el aprendizaje de los niños, sobre todo en los países más pobres donde los infantes no sólo van a la escuela a estudiar, sino que ahí también son alimentados y reciben atención médica. [2] Lamentablemente, ha ocurrido un aumento de la violencia doméstica y los niños están mayormente expuestos a sufrir algún daño a través de las redes, toda vez que su vida hoy se realiza a través de internet. [3]

Y ni que hablar de que las desigualdades se han hecho más evidentes, pues no todas las escuelas ni todos los alumnos cuentan con los recursos tecnológicos necesarios para enfrentar el reto de la educación a distancia. En México, la desigualdad en el acceso a internet es el primer límite entre el territorio rural y el urbano. Mientras que 73% del total de la población urbana puede conectarse a la red, este porcentaje sólo es de 41% en las zonas rurales. En total, sólo 53% de los hogares mexicanos puede tener acceso a internet a través de conexión fija o móvil. [4]

Por otra parte, de acuerdo con estudios que ya se han efectuado en la provincia de Hubei en China, donde se ubica la ciudad epicentro del coronavirus, Wuhan, más de 22% de los niños experimentaron depresión y 19% tuvieron síntomas de ansiedad durante el tiempo que estuvieron resguardados por la pandemia.[5]

Además, ocurre quelos padres de familia no estamos capacitados como maestros, y en medio del ir yvenir de los niños, las obligaciones domésticas y la nueva dinámica de laescuela en casa, debemos cumplir con las exigencias de nuestras actividadeslaborales, mismas que tienen tiempos definidos, objetivos por cumplir y metasclaramente medibles que nos marcan como productivos o no, una combinaciónbastante estresante y agotadora.

A pesar de los grandes esfuerzos que los maestros están llevando a cabo para que sus estudiantes cuenten con guías, dinámicas y recursos para seguir con el plan de estudios, en realidad, los niños deben obedecer a su padres o cuidadores al momento de tener la escuela en casa, lo cual ocasiona el primer punto de conflicto entre padres e hijos, quienes no se ven a sí mismos en el rol de docente-alumno. Para ambos es enfrentar un proceso llamado “desescolarización” donde la escuela llega a la casa como una intrusión.[6]

Como lo señala JeanneFaulconer, experta en la educación desde el hogar, es normal que los padres nossintamos rebasados por esta situación, que tengamos inquietud o ansiedad sobrenuestro desempeño como docentes; o bien que, por nuestras ocupaciones laborales,tengamos que dejar que nuestros hijos lleven a cabo sus actividades escolaresde manera solitaria.

Por otro lado, los niños también pueden sentirse abrumados por la carencia de un horario y de sus rutinas habituales, para los pequeños la estructura es sumamente importante en su desarrollo emocional y psicológico. Es natural que estén nerviosos por las tareas, las calificaciones o su desempeño académico; así como por aprender sin dejarse distraer por lo que ocurre a su alrededor, como la mamá que cocina, lava o hace el quehacer, el teléfono que suena, las videoconferencias del trabajo, el hermanito que los interrumpe o les pregunta algo sobre su propia tarea.

Reconocer todas estas consecuencias del aislamiento, y las nuevas dinámicas en el hogar, nos hará ver con más paciencia este proceso por el que estamos atravesando, y tomar con más calma el reto que tendremos que seguir enfrentando durante un mes o más, el cual implica que los niños nos vean en todo momento y aprendan también de nosotros la forma en que enfrentamos la vida, como lidiamos con nuestras propias emociones y frustraciones, y como resolvemos cada uno de los problemas que se nos presentan en el día a día.

Debemos darles alos niños la oportunidad de tomar en serio el papel de docentes que ahora ejercenmamá, papá, tíos o abuelitos. Entender que, aunque son pequeños también seestresan, proveerles una estructura, límites y consecuencias claras que losayudarán a saber como comportarse, a desarrollar la auto-disciplina, acontrolar sus impulsos y, lo más importante, a sentirse seguros.

Es relevantetambién que no todo sea la escuela y el trabajo en casa, que nos demos y lesdemos tiempo y espacio a los niños, adolescentes y jóvenes para estar solos,para leer un libro, para jugar, para hacer actividades físicas, para hacervideo llamadas con sus amigos o familiares, ver juntos un documental, unapelícula que nos haga reír o conocer otros países e incluso concientizarnosfrente a otras realidades.

Como recomendaciones para pasar tiempo juntos en familia están el podcast WOW in the worldde la Radio Pública Nacional de Estados Unidos (NPR), el programa Mythbusters de Discovery, y la serie Obra de tu mente de Netflix.

Crisis es oportunidad, no es lo que pasa alrededor de nosotros lo que nos afecta, sino como lo interiorizamos y lo enfrentamos, lo más recomendable es hacerlo desde la madurez y el amor propio y hacia los demás, sobre todo hacia nuestros hijos.

[1] UNESCO, “Las nuevas directrices proporcionan una hoja de ruta para las escuelas”, disponible en: https://es.unesco.org/news/nuevas-directrices-proporcionan-hoja-ruta-reapertura-segura-escuelas

[2] Ídem

[3] UN, “United Nations working to mitigate COVID-19 impact on children”,  Global Communication Department, disponible en: https://www.un.org/en/un-coronavirus-communications-team/united-nations-working-mitigate-covid-19-impact-children

[4] Gobierno de México, En México hay 74.3 millones de usuarios de internet y 18.3 millones de hogares con conexión a este servicio. Disponible en: https://www.gob.mx/sct/prensa/en-mexico-hay-74-3-millones-de-usuarios-de-internet-y-18-3-millones-de-hogares-con-conexion-a-este-servicio-endutih-2018-196013?idiom=es

[5] Kaltwasser, Jared (2020), Survey: COVID-19 Isolation Increases Pediatric Anxiety, Depression, ContagionLive, Disponible en: https://www.contagionlive.com/news/covid-19-isolation-pediatric-anxiety-depression

[6] Delgado, Paulette (2020), “Adaptarse a la escuela en casa: diferencias importantes que debes conocer”, Observatorio de Innovación Educativa, disponible en: https://observatorio.tec.mx/edu-news/educacion-en-casa-desescolarizacion-diferencias

* Anjanette D. Zebadúa Soto es candidata a Doctor en Estudios Urbanos y Ambientales por El Colegio de México. Economista, especialista en temas de medio ambiente y desarrollo urbano.

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